Es muy probable que todos tengamos a alguien cercano que practica esquí habitualmente, y que podamos decir de él que está “enganchado”, y es que, en realidad, para los habituales de esta práctica, es algo casi aditivo. Quien lo ve desde fuera puede pensar que es un deporte de “snobs”, de pijitos adinerados y sólo van porque queda muy bien contarlo después, pero no es así, tienes que estar dentro y vivirlo.
El esquí, como deporte, es un impresionante quemador de calorías, cerca de 500 por hora, y te permite trabajar de igual modo el fondo y la fuerza, trabajas todos los músculos del cuerpo, especialmente piernas, glúteos, abdominales y brazos, pero también es buenísimo para reforzar el equilibrio y la coordinación.
2
A partir de ahí, todo son ventajas. La montaña y su entorno te permiten desconectar por completo de lo cotidiano. Pocos deportes como el esquí te ofrecen la posibilidad de disfrutar de las vistas, respirar aire puro y desintoxicar, a la vez, cuerpo y mente. Y todo ello, si tú quieres, en familia, lo que lo convierte en un auténtico “creador de recuerdos”.
De hecho, a nivel social, el ambiente que sueles encontrarte en una estación de montaña es inigualable; allí entablarás fácilmente nuevas relaciones con otras personas que se están “desintoxicando” de la rutina diaria como tú; la gente suele tener un carácter muy abierto y colaborador. No sólo obtendrás ayuda de los monitores, sino que cualquier aficionado de larga experiencia te ofrecerá también sus trucos y consejos.
Del mismo modo, el ambiente posterior a la práctica es de lo más satisfactorio, puesto que nada se puede comparar con ese momento en que te quitas las botas y compartes charla, fotos, y anécdotas con otros esquiadores, disfrutando de una consumición en una terracita. En cuanto al dinero de la equipación, después de leer esto, darás por hecho que más que un gasto, es una inversión. Volverás.